Aún me sigo sorprendiendo de la eficiencia del Shinkansen –tren bala- y todo lo que gira al ferrocarril. No se concibe ni un minuto de retraso ni en el más básico de los servicios, pero a la vez los empleados llevan todo el tema con una tranquilidad oriental. Ayer fuí a comprar unos pasajes para ir a la montaña, el agente se fija en la plantalla y me dice asombrado “van a ser mas de 5 horas de viaje!!!”. Yo le miro con cara de snoopy diciendo “si, y?”
Después de estar 12 horas en un colectivo sucio sin aire acondicionado en Camboya para hacer sólo 600 kilómetros, las 5 horas de trenes impolutos japoneses es un paseo. El sistema no sólo es vasto y complejo, sino muy fácil de entender y usar.
De Tokyo he bajado a la zona de Kansai –Kyoto y Nara mas precisamente- que es el epicentro cultural de Japón. Kyoto es preciosa, una ciudad importante en tamaño pero a la vez muy disfrutable. Las calles son tranquilas y silenciosas, hay cientos de templos, bosques de bambú y lo mejor es el barrio de Gion, donde aún se puede ver geishas y mikos -aprendices de geishas- alistándose para las ceremonias de té en los distintos restaurantes típicos.
Las geishas son el ícono de la delicadeza japonesa, con sus maneras, su medida timidez y su cuidada indumentaria. Eso es lo que me esperaba, pero me también me ha sorprendido cómo esta filosofía se extiende a todos los órdenes de la vida cotidiana japonesa.
Antes de pisar Japón me imaginaba que serían ciudades bulliciosas, mucho tráfico, mucha gente que andaría a las corridas como cualquier metrópolis. En cierta medida los son...hay mucha gente circulando, pero para nada es una experiencia agotadora. Todo está pensado para proporcionarle al vecino, al visitante, al ciudadano lo mejor de uno mismo.
La suavidad del idioma, la música que hay por todos lados, la arquitectura de madera austera pero acogedora, los aromas, las maneras pausadas, las miradas con cierta timidez y hasta las señales acústicas del metro: una música suave marca cuando se van a cerrar las puertas, en vez del clásico pitido del resto del mundo. Todo este conjunto hace que la vorágime de la ciudad desaparezca y todo se vuelve armonía.
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trabajando en el shinkansen
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llegada a la estación de kyoto a las 11:00 pm
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barrio de Gion
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old canal
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barrio de Gion, templo
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me huele que hay geishas por aquí
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efectivamente, están esperando los invitados
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mikos paseando por Gion
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uno de esos rincones que te transporta en el tiempo
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pagoda en Gion
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Kyoto al atardecer
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arroz con verduras, langostinos en tempura y huevo acompañado de la exquisita sopa miso
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túnel de toris y la lonely de Japón
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aquí se coló un monje argentino que veneraba al TINTO
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bosque de bambú en Kyoto
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Nara, sur de Kyoto y sus contigentes de japoneses

templo en Nara
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pagoda

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templo de las 1000 linternas
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y si, no podia dejar de mostrarles la extravagancia del inodoro, los hay por todos lados y te sentís el capitan kirk de viajes a las estrellas cuando te sentás. tienen un mando en el cual hay música para tapar los sonido ecatológicos de los tímidos, varios tipos de spray´s para el bidet, la tabla tiene calefacción, inodoriza constantemente y lo mejor...nunca queda la frenada de bicicleta marcada!